cultura

A 80 años de la muerte de James Joyce

El autor de Ulises fue uno de los mayores escritores del siglo XX.

Hablar de un nuevo aniversario de la muerte del escritor irlandés James Joyce, quien falleció en Zúrich un 13 de enero de 1941, es evocar la enorme sombra que dejó su ausencia en la literatura contemporánea. Curiosamente, fue uno de los escritores más célebres y menos leídos en Irlanda.

Nació en Dublín en 1882 y fue un escritor precoz: tan solo a los nueve años escribió su primer poema, que su padre mandó a imprimir y envió a la Biblioteca Vaticana; luego, sus ­intereses se volcaron al periodismo y al teatro.

Lo que más sorprende a quien se acerca por primera vez a las novelas de Joyce es su devoción por Dublín: como en una disección fenomenológica, el autor se obsesiona con tomar situaciones, lugares físicos y lumínicos para dar con el zeitgeist (cuya traducción es “espíritu”) de una ciudad que lo marcó a fuego. En ese sentido, ­Borges afirmaba que el talento del irlandés era esencialmente verbal: “Es lo que Shaw llamaba word music. Joyce es música verbal e invención de palabras”.

Alguna vez dijo que escribió Ulises –devenido en un clásico y probablemente en su obra más recordada– para tener ocupados a los críticos durante 300 años. Siempre tuvo claro que lo que la literatura podía enseñarnos no era un método práctico, los resultados de una integración, sino solamente las actitudes; el resto no era una lección a recibir de la literatura, sino de la vida.

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