Al infinito y más allá: Interstellar Probe, la nueva misión de la NASA
Planificada para despegar a comienzos de la próxima década, la sonda alcanzará 1.000 veces la distancia entre la Tierra y el Sol: unos 150.000 millones de kilómetros.
Desafiando todos los límites conocidos, la NASA se encuentra trabajando en Interstellar Probe: una sonda preparada para cubrir 1.000 veces la distancia entre la Tierra y el Sol. Es decir, unos 150.000 millones de kilómetros.
De acuerdo a la información proporcionada por el equipo de científicos encargado de la misión, la sonda podría lanzarse a principios de la década de 2030 y tardaría unos 15 años en alcanzar el límite de la heliosfera.
“La nave visitará el espacio interestelar local desconocido, donde la humanidad nunca ha llegado antes”, dice Elena Provornikova, líder de Heliofísica en el Laboratorio de Física Aplicada de Johns Hopkins en Maryland, el lugar donde se están llevando a cabo los primeros esbozos de la misión. “Por primera vez, podremos tomar una fotografía de nuestra vasta heliosfera desde el exterior para ver cómo se ve nuestro hogar en el sistema solar”.
El gran antecedente de Interstellar Probe son las Voyager. Aquellas sondas gemelas, lanzadas a finales de los setenta, comenzaron el viaje más largo y audaz de la tecnología humana, enviaron imágenes extraordinarias de Júpiter y Saturno, se pasearon por las inmediaciones de Neptuno y, treinta y cinco años después de su despegue, finalmente salieron a navegar por el espacio interestelar. No solo el ritmo de Interstellar Probe será más intenso, sino que estará preparada para tener una vida útil de 50 años y viajar diez veces más lejos que las Voyager.
“Solo cinco naves espaciales han escapado del campo de gravedad del Sol para viajar al sistema solar exterior hacia el espacio interestelar: Pioneer 10 y 11, Voyagers 1 y 2 y New Horizons”, explican los científicos. Tomando precisamente a la New Horizons como referencia de diseño, el equipo trabaja en una sonda de premisas claras: “Debe ser autónoma, compacta y liviana, y contar con energía, pero lo suficientemente robusta para recopilar datos y comunicarse con los operadores en la Tierra”.
La Interstellar Probe podría ofrecer respuestas a algunas de las preguntas que dejaron sus predecesoras. Entre sus objetivos, por ejemplo, se encuentra investigar la forma en la que el plasma solar interactúa con el gas interestelar para crear nuestra heliosfera, “esa suerte de envoltura que recubre todo el sistema solar”.
Por supuesto, también averiguar qué hay más allá de esos límites y retratarlo. “La misión planea tomar imágenes de nuestra heliosfera utilizando átomos neutros energéticos, y quizás incluso observar la luz de fondo extragaláctica de los primeros tiempos de la formación de nuestra galaxia, algo que no se puede ver desde la Tierra”, explica Provornikova.