cultura

Clemente Onelli, un profeta en nuestra ciudad

Un italiano que exploró la Patagonia, muy vinculado al Museo de nuestra ciudad, y que hace más de cien años vaticinó que los argentinos se rendirían a “la idolatría del dólar”.

Nació el 22 de agosto de 1864 y a los 25 años se radicó en nuestro país, trayendo consigo quince mil liras y dos cajones de vino Fratelli Giacobini de Genzano.

Fue secretario Erade Francisco Pascasio Moreno, fue pionero en la exploración de la Patagonia –llegando hasta Punta Arenas- , buscando rastros de un plesiosaurio, dirigió el Jardín Zoológico de Buenos Aires y cumplió tareas fundamentales para el Museo de Ciencias Naturales de nuestra ciudad. El 8 de octubre de 1924, pocos días antes de morir, dio una conferencia en la Asociación Cristiana de Jóvenes, en la que deslizó una frase que en ese entonces desconcertó pero que hoy se comprueba su carácter de predicción: “los argentinos van a caer rendidos ante la idolatría del dólar”’.

Era retacón y de tupidos mostachos marciales. Tenía bien ganado sus pergaminos como conferencistas, ya que su foja de servicios en tareas científicas lo calificaban por la seriedad de sus resultados. Al momento de dar esa célebre conferencia era director del zoológico de Buenos Aires, cargo que ocupaba desde hacía dos décadas. Era inmigrante pero Argentina se había vuelto su hogar, conocía como la palma de la mano la geografía del país y creía ser un buen observador de la idiosincrasia de sus habitantes. Había andado el territorio patrio desde el Humahuaca hasta la Tierra del Fuego. Muchos de sus hallazgos, lucían en las vitrinas del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, valiéndole el respeto del perito Francisco P. Moreno, de quien fue largos años secretario.

No bien llegó a nuestro país, lo recomendaron a Moreno –quien era por entonces el director del Museo de nuestra ciudad-, quien lo envió al sur en misión científica. En los tres meses de su deambular patagónico, aprendió los rudimentos del araucano y el tehuelche. Se hizo buen jinete: “Desde Lanín, en dos marchas bien galopadas, regresé a Nahuel Huapí”, anotó en su diario. En un día y medio salvó la distancia entre Río Gallegos y Punta Arenas. Volvió con una colección de cráneos y piezas para el museo, y un frondoso trabajo paleontológico y etnográfico. También con una pepita de oro que llevaba en un alfiler de corbata. Francisco P. Moreno quedó tan satisfecho con la labor de su secretario, que lo llevó como asesor en la comisión de límites argentino-chilena.

Los italianos tuvieron mucho que ver con el crecimiento del sur. César Cipoletti fue un ingeniero hídrico, contratado por el gobierno argentino, que estudió las cuencas de los ríos Limay, Neuquén y Negro, y a quien se deben los regadíos, canales y acequias de Cuyo y el Alto Valle de Río Negro. Guido Amadeo Jacobbacci, nació en Módena y fue el que ideó el ferrocarril desde San Antonio Oeste hasta la precordillera. Otro italiano, el empresario Primo Capraro, que llegó a la zona del Nahuel Huapi en 1903 y se instaló en el lago Correntoso, decidió hacerse contratista del Estado y continuar el ferrocarril de Jacobbaccil hasta San Carlos de Bariloche. Las cosas no salieron bien para Capraro: el Estado retrasó tanto las certificaciones al inmigrante, que hundido en la depresión y las deudas, se terminó pegando un tiro. Siguiendo con los aportes itálicos al desarrollo de la zona sur, vale recordar al ingeniero Luis Luiggi, que dirigió la construcción del puerto militar de Bahía Blanca y, en lugar de abultar las erogaciones, gastó un millón de pesos oro menos de lo presupuestado.

Clemente Onelli perteneció a esa estirpe de italianos que dedicaron su vida a engrandecer a Argentina, y no medar al abrigo del poder. Julio Argentino Roca, en la cúspide del gobierno, lo colmaba de atenciones; pero Onelli no temía criticarlo abiertamente. En su libro “Trepando los Andes”, en el que hace el recuento de algunas de sus andanzas, relata que, le llevó cuatro jornadas de a caballo cruzar la inacabable estancia de la Compañía Inglesa de Tierras del Sur, y criticó que el gobierno estuviera extranjerizando la tierra de esa manera, “despachando concesiones a la marchanta”. Murió el lunes 20 de octubre de 1924.

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