cultura

Cuando Evita empezó a soñar

33 años le bastaron para ganarse un lugar imborrable en el corazón del pueblo, pero fue largo el camino que tuvo que recorrer hasta convertirse en Eva Perón.

Eva Duarte nació en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1919. La infancia de “Cholita”, bautizada así por sus hermanas, no fue distinta de la de millones de niños argentinos, atravesada por las penurias ­económicas y las expectativas de escapar de esa circunstancia. Su madre, viuda y con cuatro hijos, se mudó a Junín en 1930, donde Eva terminó la escuela primaria y empezó a soñar, con la seguridad de tener su lugar en el concierto universal, con ser actriz.

Aunque su madre le prodigaba ánimos, todo parecía conspirar para que el futuro teatral que Evita soñaba se redujera a una triste pantomima. La pobreza era una marca indeleble en su vida. Pero las privaciones, en lugar de verlas como un cerco de hierro, las asumía como un desafío. Cuando ya en el gobierno se refería a los pobres, sabía de lo que estaba hablando. En La razón de mi vida escribió: “Para ver la pobreza y la miseria no basta con asomarse y mirarla. La pobreza y la miseria no se dejan ver así tan fácilmente en toda la magnitud de su dolor, porque aun en la más triste situación de necesidad el hombre, y más todavía la mujer, sabe imaginárselas para disimular, un poco al menos, su propio espectáculo”. En 1935, contra todas las posibilidades, con solo 16 años, se fue a Buenos Aires a tentar fortuna. Según una versión –que Tomás Eloy Martínez hizo suya en la novela Santa Evita–, viajó a Buenos Aires acompañando al cantor de tangos Agustín Magaldi, quien había ido a presentarse en Junín, y la convenció de irse del pueblo.

Pronto consiguió un humilde papel en una obra de la compañía de Eva Franco. En los años siguientes, se las arregló interpretando con cierta intermitencia papeles pequeños en comedias y sainetes. En 1938, Pierina Dealessi la incorporó a su compañía; la vio “tan flaquita que no se sabía si iba o venía”. También incursionó, de forma esporádica, en el cine, pero su éxito llegó gracias a la radio, que por entonces crecía de manera vertiginosa. Allí dio un salto notable: encabezó una compañía de radioteatro con el experimentado actor Pascual Pellicciotta y su fotografía apareció por primera vez en Antena, una revista dedicada al mundo del espectáculo.

El destino tiró los dados

Su leyenda artística crecía y la incluyeron en el elenco de La cabalgata del circo con Libertad Lamarque y Hugo del Carril, que dirigió Mario Soffici. En 1944, se publicó un reportaje titulado “Triunfadora, Eva Duarte y la etapa decisiva de su carrera artística”, donde el cronista le planteó desandar el camino transitado y, sobre todo, aquellos primeros pasos en el difícil sendero del arte, desde su primer papel teatral en el Teatro Comedia.

“Siempre recuerdo con profunda emoción mi primera actuación en radio”, reveló Eva Duarte. “Yo era muy niña y comencé a recitar ante el micrófono de Radio Nacional. Todavía no me explico muy bien cómo pude vencer la nerviosidad del debut”. Y agregó que, probablemente por la misma ingenuidad y el aliento de sus amistades, logró sobreponerse, sin siquiera notarse el más mínimo furcio. Al término del reportaje, Eva advirtió con la seguridad de quien pudiera barajar su destino: “Quiero vivir la hora actual con sus alegrías y sus tristezas, ya que por la misma razón de que aquellas abundan, estas se aparecen de vez en cuando”.

Lo que ella jamás hubiera podido imaginar es que el destino tirara sus dados de una manera tan providencial: con motivo del terremoto de San Juan, en un festival de solidaridad conoció al por entonces secretario de Trabajo y Previsión, Juan Domingo Perón.

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