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El actor que enamoró a todas

Paul Newman hizo más de 50 protagónicos, fue ocho veces candidateado por la Academia de Hollywood. Su fama de galán se alzó con todos los premios.

Lee Strasberg, el famoso maestro del Actor´s Studio, que formó a muchos de los principales actores y actrices de Hollywood, decía que Paul Newman, su apostura le jugó en contra. Se convirtió en un sex symbol que impactaba por igual en hijas, madres y abuelas. Podría haber sido tan buen actor como Marlon Brando, pero sus ojos interminablemente azules y su milagrosa sonrisa, llevaron a un segundo plano sus dotes actorales. Dijo José Pablo Feinmann que “Paul Newman quería ser Brando con la misma fuerza con que después Steve McQueen quiso ser Newman”.

Nació el 26 de enero de 1925 en Cleveland, Ohio, hijo de un comerciante de artículos deportivos. Trabajó durante tres años como radiooperador en la Marina, quiso alistarse como piloto de aviones, pero un amigo lo convenció de inscribirse en la Escuela de Arte Dramático de la Universidad de Yale. En una de sus actuaciones, un productor de la incipiente televisión norteamericana, lo tentó a probar suerte en un recién inaugurado canal de Nueva York.

Su primer éxito fue en 1953, con en uno de los papeles principales de Picnic, la pieza de William Inge, que se daba en Broadway. Allí conoció a Joanne Woodward, que durante medio siglo fue su esposa -la primera experiencia matrimonial la había tenido tres años atrás. Su entrada al cine fue fustrante, debutó en El cáliz de plata, una película de inspiración bíblica en la que hizo el papel de Simón el Mago. Lo abochornó tanto que llegó a pagar de su bolsillo un aviso en el semanario del espectáculo Variety pidiendo disculpas por su actuación. En 1956, llegó su tiempo de revancha, protagonizó al boxeador Rocky Graziano en El estigma del arroyo, personaje que también soñaba interpretar Marlon Brando: “Me pidieron hacer la historia de Rocky Graziano, y terminé viviendo con él un par de semanas, trabajando con él. Mucha gente dijo que yo estaba imitando a Brando en la película. Y hay una historia interesante que salió de eso. Rocky dijo que en un momento, por la misma época, había visto a este joven en el gimnasio Stillman que lo observaba, y le hablaba cerca de los lockers, escuchaba sus conversaciones, miraba sus movimientos. Finalmente se le acercó y le dijo: ¿Le gustaría ver esta obra en la que estoy?. Y él le preguntó: ‘¿Qué obra?’. El chico le dijo: Un tranvía llamado deseo. Siempre me gustó pensar que Marlon y yo estábamos estudiando al mismo tipo.”

Hizo su inmersión en el mundo caótico y genial de William Faulkner, en una adaptación libro de El villorrio, en un elenco encabezado por Orson Welles, en el que Newman dice famosamente a Joanne Woodward: “Miss Clara, usted le cierra la puerta a un hombre incluso antes de que él golpee”. Su primera candidatura al Oscar la tendría un año después con Un gato sobre el tejado caliente , el clásico de Tennessee Williams, en la que compuso a un ex futbolista alcohólico asediado por la sensualidad de Elizabeth Taylor. Pero su único Oscar lo obtendría de la mano de Martín Scorsese con El color del dinero. No lo fue a recibir, mandó en cambio un video en el que lo agradecía fríamente.

En 1966 trabajó con Alfred Hitchcock, en Cortina rasgada, haciendo el papel de un físico nuclear quien, en plena guerra fría, huye hacia Berlin para ponerse al servicio de los comunistas. El director británico quería a Cary Grant en ese papel, pero la Universal Picture le impuso como condición la actuación de Paul Newman. Para ninguno de los dos el rodaje fue grato.

Uno de sus picos de popularidad lo alcanzó trabajando con Robert Redford, tanto en Butch Cassidy -de 1969-, como con El golpe, filmada cuatro años después. En ambas ocasiones dirigidos por George Roy Hill. La amplitud de personajes que afrontó prueban su versatilidad y su personalidad, para dejar su marca en cada uno de ellos. Como dijo Rodrigo Fresán: “Aunque hiciera de estafador, cowboy, genio del pool, detective privado, arquitecto, policía, boxeador, presidiario o lo que venga nunca dejaba de ser Newman aunque siempre fuera, también, sin lugar a dudas, todos ellos”.

Su última película data de 2002, Camino a la perdición, y le valió una candidatura al Oscar al mejor actor de reparto. Hacia el final de su vida le puso su nombre a una cadena de condimentos para ensaladas. Se convirtió en ícono de los demócratas norteamericanos, que ya no aceptaba participar de películas cada vez más crepusculares. Hasta que el 26 de septiembre de 2008, a los 83 años, escuchó el “¡Corten!”, definitivo. Y la sala se puso de pie para aplaudirlo.

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