Cultura

El día de los tramposos

Este día se remonta a comienzos de 1904, durante las Olimpíadas de St. Louis

Aunque muchos lo asocien con el inolvidable filme de Joseph Mankiewicz, el “día de los tramposos” pasó a la historia a raíz de los trucos y subterfugios que utilizaron algunos deportistas en el marco de las Olimpíadas celebradas en 1904 en la ciudad de Saint Louis, Estados Unidos. Por entonces se corría una maratón de 40 kilómetros en los suburbios. En medio de los aplausos de los miles de espectadores, apareció el ganador, en un tiempo récord. Se trataba del americano Fred Lorz, quien

–entre grandes aclamaciones y atronadores gritos– no presentaba ningún rasgo de cansancio tras una prueba tan difícil. Por el contrario, su aspecto era magnífico, fresco como una rosa, sin manchas de polvo, casi sin sudor y conservando su peinado. Poco tiempo después, una vez que Lorz ya había cobrado todo el dinero del premio, se terminó por descubrir que los primeros 38 kilómetros de la prueba los había hecho con su propio automóvil.

Lorz fue inmediatamente descalificado por fraude, pero lo curioso es que en su lugar se le otorgó el premio a su compatriota Thomas Hicks, quien diez kilómetros antes de llegar a la meta había ingerido una buena dosis de estimulantes (a base de estricnina). Como en aquellos tiempos aún no se practicaba el control antidoping, no pasó absolutamente nada.

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