cultura

Ernesto Sábato y el Uruguay

En 1996 la Universidad de la República del Uruguay le otorgó a Sábato el doctorado honoris causa.

Ernesto Sábato tenía 85 años y una vasta colección de premios en su haber reconociendo la importancia de su obra literaria. No era un buen momento en lo personal. Matilde, su compañera desde hacía 60 años, estaba muy enferma. Hacía un año y medio había muerto uno de sus hijos. Que la Universidad de Uruguay lo distinguiera como doctor honoris causa fue algo que le fortaleció el ánimo, y lo agradeció públicamente por significarle una de las pocas alegrías vividas en esos tiempos aciagos.

Era por entonces un hombre de costumbres austeras, se levantaba a las 5 de la mañana, se hacía un té y se metía en su estudio a pintar. Pinturas doloridas ambientadas en paisajes desolados. Vivía en Santos Lugares, a 40 minutos de Buenos Aires. Pocos autos, plaza con iglesia, casas con jardín. Vivía en una casa amplia con fondo de cipreses, enredadera y gomeros. Parecía estar entregado a una misión imposible: un pesimista que quería transmitir optimismo a los jóvenes. Esas contradicciones vividas con total honestidad intelectual seguramente fueron tenidas en cuenta por la universidad uruguaya al momento de concederle la alta distinción.

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