cultura

Graham Greene y las Malvinas

El escritor británico criticó a Londres y a la dictadura argentina durante la guerra por Malvinas

En 1982, Graham Greene vivía en Antibes, en el sur de Francia. Su casa tenía un cartel: “La Residence des Fleurs”. A los pocos días de declararse la guerra por las Islas Malvinas, una periodista argentina que trabajaba para una revista mexicana –Vuelta-, le escribió para pedirle una opinión sobre esa conflagración. Al mes siguiente, la respuesta llegó. Greene sostiene en su carta que, el primer error lo cometió el British Foreign Office, porque ellos debieron llevar las negociaciones sobre las islas Malvinas hacia un final satisfactorio para ambos países muchos años atrás. Sigue diciendo: “El gobierno argentino tuvo toda la razón para suponer que Inglaterra no apoyaba suficientemente a los habitantes de las islas. Fue la Argentina, precisamente, quien construyó la pista de aterrizaje y fueron aviones argentinos los que, con nuestro consentimiento, hicieron posible los únicos medios de comunicación entre las islas Malvinas y el continente. Además, sólo a una cuarta parte de los habitantes se les había concedido apenas una ciudadanía inglesa limitada”. Pese a esos datos, el escrito sostuvo que la dictadura argentina estuvo totalmente equivocada respecto a las acciones que efectuó, probablemente para desviar la atención de la crueldad de su régimen.

Graham Greene fue preciso en su crítica, en esos momentos en los que estaba transcurriendo la guerra: “fue un error desembarcar en las islas Georgias del Sur, las que nunca habían pertenecido ni a los españoles ni a los argentinos. Actualmente, la lucha innecesaria está tomando lugar y el único final satisfactorio, y en mi opinión y en la de muchos de mis compatriotas, sería la caída de la dictadura militar argentina y un rápido arreglo mediante un acuerdo con un gobierno civil en cuyas promesas pudiera confiarse”. Su condición de católico lo llevaba a recomendar paciencia para encontrar pronto una solución razonable y rezar para que la guerra arrojara la menor cantidad de víctimas de ambos lados. Cierra su carta calificando de “imperdonable” el hundimiento del crucero General Belgrano.

Greene tenía un espíritu aventurero que lo llevo a estar en algunos de los lugares más calientes del mundo, en donde ambientó algunas de sus historias.En todas ellas se cierne la sombra de la muerte, una de las obsesiones que lo acosaba como creyente: “La muerte es el único valor absoluto en el mundo. Basta perder la vida para no perder nunca más nada”.

Este escritor británico que frecuentaba el borde vertiginoso de las cosas, que se internaba en las complejidades humanas con personajes de conducta ambigua, lealtades dobles o encontradas, cuyos libros llegaban a la cima de la lista de best sellers sin abdicar de su calidad literaria, en los años de la guerra de Malvinas, quiso poner un poco de racionalidad en medio de la locura.

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