La infidelidad en tiempos de coronavirus y aislamiento social

Frente a la imposibilidad de concretar encuentros sexuales, los infieles se mudaron al terreno virtual. Personas que conviven junto a sus parejas buscan el momento a solas para practicar cibersexo con sus amantes.

Rosario tiene 30 años y vive con su esposo. Ella trabaja desde su casa y su marido, que es personal esencial, sale por la tarde para atender un consultorio en Florencio Varela.

Juan también es platense, pero vive en Belgrano con su mujer que trabaja en la Policía. Con Rosario se conocieron en la secundaria, y aunque pasaron varios períodos sin verse, siempre siguieron en contacto por mail o WhatsApp.

“Antes de la cuarentena, nos veíamos seguido. En casa, inventaba alguna salida con mis amigas, y él le decía a su mujer que venía a La Plata para ver a su hermano. La cita era en lo de alguna compinche, que me prestaba su departamento, o en un hotel alojamiento”, contó Rosario.

Con el aislamiento social, preventivo y obligatorio, las posibilidades de un encuentro sexual clandestino se vieron reducidas. Con el cierre de los albergues transitorios, la exigencia para tramitar un permiso de circulación y el miedo al contagio del coronavirus, muchas personas decidieron mudar el placer a redes sociales o WhatsApp, a una práctica conocida como sexting.

“Ante la imposibilidad de vernos, encontré esta forma para mantenernos en contacto con mi amante y satisfacer nuestro deseo. Intercambiamos fotos, videos y algunos audios. Aprovecho cuando mi marido no está y la conversación siempre la inicio yo, con alguna información relacionada a la Covid-19 o con un meme. Tenemos un código, que se instauró previamente. Ya sé que si me responde, puedo seguirla”, explicó Rosario.

La licenciada en Psicología y especialista en sexualidad, Ana Zanesi, dialogó con diario Hoy acerca de la reconfiguración que se dio en los vínculos, a raíz de la pandemia, y aclaró: “Lo prohibido o aquello que parece más dificultoso o inalcanzable, genera un mayor deseo. Justamente, el ser humano está marcado por el deseo y lo prohibido”.

La profesional también explicó que la cuarentena exacerbó diferentes cuestiones y que lo sexual no quedó ajeno a ello. En este sentido, agregó: “El aparato psíquico busca el placer y no hay nada más placentero, ni que genere mayor deseo y que pulse más, justamente, que la pulsión sexual y lo clandestino”.

Por otro lado, Zanesi añadió: “El sexting es una práctica que, bien utilizada, puede llegar a tener beneficios, porque permite verbalizar y poner en palabras, aunque sea virtualmente, ciertas fantasías o pensamientos que, muchas veces, cuesta comunicar, ya sea por vergüenza o por diferentes circunstancias”.

“Más allá de la excitación y la tensión que se genera durante las conversaciones, siento que me animo a decirle un montón de cosas que, en vivo, no puedo. Además, cada vez que hablamos siento que es como si nos viéramos. Para mí es una forma, entre comillas, de romper con este aislamiento”, concluyó Rosario.

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