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La mujer que cantó sobre un arco iris

Judy Garland desde niña rutiló en el cielo de Hollywood, pero no solo conoció la gloria sino que también fue perseguida por la desdicha.

Esa noche decidió cambiar de nombre. En la marquesina estaba escrito Frances Glumm. Le pareció que con ese nombre jamás podía triunfar. ”Garland”, en cambio le sonaba muy bien. Su empresario coincidía en eso. Pero ya que iba a cambiar de apellido, también cambiaría de nombre. Su fox-terrier se llamaba Judy. Por eso, aquella noche de 1935, decidió llamarse Judy Garland.

Nació en Minnesota, el 10 de junio de 1922, su padre, Frank Gumm, era bailarín, y su madre, Ethel Milne, pianista. A los dos años se subió por primera vez a un escenario para cantar junto a sus hermanas –Las Gumm Sisters-, jingles navideños, en un teatro propiedad de su familia. Iba salteado a la escuela, los fines de semana eran “lo más terriblemente delicioso de aquellos años” –así lo rememoraba-, enfundada en un vestido celeste cantaba en funciones a beneficio de la iglesia presbiteriana de su barrio. A los 13 años fue contrata por la Metro Goldyn Mayer para actuar en “Zing! Went the Strings of My Heart”. Luego, seguiría “Concierto al aire libre”, eran comedias mediocres cuyo punto más alto sucedía cuando Judy cantaba. Medía poco más de metro y medio, y carecía de todo glamour. La llamaban “la pequeña jorobada”. Cuando cantó en un cumpleaños de Clark Gable –quien alguna vez le había deslizado un papelito: “Judy, eres mi actriz preferida”-, fascinó a todos y empezó a ocupar el centro de las películas por su excepcional condición de cantante. Conoció el éxito conformando dupla cinematográfica con Mickey Rooney, filmando una película tras otra. Periplo vertiginoso que la inició en el consumo de anfetaminas.

Se casó tres veces y fue madre otras tres, mientras la droga iba tomando posesión en su vida. A los 26 años se tajeó el cuello con una hojita de afeitar –“un tajo que hubiera sido más profundo y definitivo si no me hubiera faltado valor”- . Era capaz de agarrarse a las trompadas con dos borrachos en un desangelado bar de Los Angeles, y descender uno a uno los escalones del infierno, internándose periódicamente en hospitales que apenas si podían hacerla sobrevivir a los efectos catastróficos causados por el consumo de estupefacientes.

Apareció en todas las tapas de las revistas de espectáculo cuando interpretó “El Mago de Oz” y se convirtió para el gran público en la mujer tenía la voz del arco iris. Se estrenó en 1939 y fue un éxito arrasador. A partir de allí, Judy cobraba un promedio de 100 mil dólares por película. Vivía en Los Angeles en una casa de 21 habitaciones y un parque con pileta olímpica. Se casó con el músico David Rose, “no porque lo quisiera o dejase de querer, sino porque él significaba un adiós a mi madre tiránica y a mi infancia triste”. Esa madre que en una entrevista vilipendió a su hija porque tenía que ganarse un sueldo como empleada de una empresa aérea en tanto su hija era multimillonaria.

El amor de su vida llegó en 1944, cuando conoció a Vincent Minelli. Pero lo eterno suele durar pocos años, en el caso de Judy, siete. Un matrimonio tempestuoso que, según él, sirvió “para que ella arruinase su carrera y la mía”. Judy se fue hundiendo sin remedio en el whisky y las drogas, engordó 6 kilos e intentó repetidamente suicidarse.

En 1950, pareció que Charles Walters la rescataría de la catástrofe al incluirla en “Summer Stock”, una película que coprotagonizó con Gene Kelly en la que Judy Garland hace las veces de una granjera empecinada que sueña ser cantante. La Metro le rescinde el contrato, por las constantes recaídas. El hospital es el lugar en el que más días pasas por año. Cada tanto, se repone y brilla. Por ejemplo, en algún club de Las Vegas o compartiendo un escenario con su amigo Frank Sinatra.

Su hora de gloria sonó en 1954, con el protagónico de “Nace una estrella”, que inspiró críticas en las que se habló de ella como la más grande trágica del cine americano. A fines del 60, Stanley Kramer la introdujo en el reparto de “Juicio en Nuremberg”, basada en un guión escrito para la televisión, centrado en el proceso histórico que se llevó a cabo contra los jerarcas nazis, quince años después de terminada la Segunda Guerra Mundial.

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