cultura

La novela que se escribió en un solo día

Venedikt Erofeiev es uno de los grandes autores rusos.

Cuenta Juan Forn que en Rusia llaman zapoi a una curda homicida que solo alcanzaban aquellos capaces de emborracharse con una botella aguardiente cada dos horas durante largos días. En los tiempos de la Unión Soviética, esa curiosa actividad no podía realizarse en establecimientos públicos, así que la única maniobra posible era subirse a un tren, coimear al guarda que cortaba los boletos y acceder al vagón donde se juntaban los zapoi.

En uno de esos vagones escribió Venedikt Erofeiev el libro titulado Moscú-Petushki, ante la mirada atenta de sus jueces: había aceptado la apuesta de escribir, por dos botellas de vodka, una novela en un solo día. Lo cierto es que Erofiev se alzó con dos preciosas botellas de vodka, luego de ponerle punto final a su manuscrito con la siguiente declaración: “Pueden considerarla una novela, pero para mí es un poema ferroviario”. Ese manuscrito –que, al principio, solo podía leerse en aquel mítico vagón– terminó haciéndose famoso por las manos anónimas que copiaban a mano o a máquina las versiones que habían llegado hasta ellos de libros que no podían publicarse en la Unión Soviética. Por su parte, para los zapoi se convirtió en una hilarante oda de su forma de vida.

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