cultura
La venta de indios
Los pueblos originarios no solo fueron despojados de sus tierras sino que también fueron humillados en exhibiciones públicas.
La exhibición de miembros de las comunidades indígenas en ferias y eventos masivos de naciones extranjeras fue una práctica habitual durante todo el siglo XIX. A veces con fines científicos y otras con fines comerciales, los indígenas eran arrancados de sus comunidades con anuencia del gobierno nacional y trasladados a otros países para formar parte de espectáculos grotescos. A pesar de que el destino habitual era Europa, en algunas oportunidades fueron llevados a Estados Unidos, como aconteció en 1904 con un grupo de tehuelches, habitantes ancestrales de la Patagonia.
Ese año se realizó en Saint Louis, Missouri, la Exposición Universal, un megaevento en el que los países podían mostrarle al mundo sus avances industriales, tecnológicos y culturales. La feria tuvo entre el 30 de abril y el 1 de diciembre, y fue organizada con el objetivo los cien años del tratado por el cual Estados Unidos compró a Francia el territorio de Louisiana.
Entre las numerosas muestras se incluyó una antropológica en la que fueron exhibidos indígenas de más de sesenta y cinco comunidades, que arribaron en barcos desde distintos puntos del planeta. Según los diarios de la época, asistieron casi 20 millones de visitantes. Esos mismos medios anunciaban con bombos y platillos que a la feria asistirían unos “gigantes patagones”. Los tehuelches enviados a Saint Louis habían sido seleccionados en unas tolderías ubicadas en la provincia de Santa Cruz. Desde que se embarcaron rumbo a Estados Unidos hasta su regreso, un año después, atravesaron infinidad de penurias que la prensa retrató con liviandad y en tono jocoso.
William McGee, antropólogo a cargo del evento, había acordado con funcionarios argentinos la presentación de un grupo de los tehuelches. Gracias a la buena relación del gobierno argentino con Estados Unidos, el presidente Julio Argentino Roca obtuvo un amplio espacio en una de las mejores ubicaciones. Vicente Cané había realizado el arreglo del contrato. Juan Wohlers, un comerciante de Río Gallegos, actuaría como intérprete del grupo. Cané recibió cuatro mil dólares, con los cuales pagó el intérprete y los gastos de la partida. El viaje fue largo: tomaron el vapor Celtic hasta Liverpool y una vez allí reembarcaron hacia Nueva York donde llegaron el 12 de abril. Dos días después y tras 16.000 kilómetros, estaban en el predio. Al llegar, el grupo construyó sus toldos, con cueros, tientos y palos que habían traído especialmente. El objetivo era simular un paisaje cultural auténtico.
No era la primera vez que Roca impulsaba este tipo de experimentos racistas.Seis años después, en 1898, al comienzo de su segunda presidencia, había dado el visto bueno para incorporar a un grupo de indígenas selk´nam como parte de las atracciones de la primera Exposición Nacional de Industria, Comercio y Ganadería en el barrio de Palermo, Buenos Aires.
El anfitrión McGee detalla que el grupo que estaba compuesto por Guechico, cacique principal de 71 años; Lorenza, su esposa, de 45 años; Giga -hija de Lorenza-, de 8 años; Sinchel de 45 años, Colojo, Casimiro y Bonifacio. En la revista Caras y Caretas se señala que se trataba de “ejemplares escogidos en el territorio de Santa Cruz”, más precisamente Río Gallegos.
Hoy se pueden conocer los rostros de aquellos tehuelches gracias al trabajo que realizó durante la feria la fotógrafa oficial de la feria, Jessie Tarbox Beals, imágenes que se preservan en el FIELD, el museo de Historia Natural de Chicago. Además, la historia de los tehuelches en Saint Louis fue investigada por la investigadora del Conicet Geraldine Gluzman, que pudo realizar ese trabajo gracias a una beca del museo estadounidense.
