CULTURA

Mordillo un historietista por el mundo

Sus personajes se pasearon por las páginas de las principales publicaciones europeas, dando a su autor más celebridad y reconocimiento que en su propio país.

Sus personajes no eran heroicos, pero querían serlo. Su vulnerabilidad los volvía tiernos; su torpeza, desopilantes. Las criaturas de Mordillo, blancas y regordetas, sobreviven como pueden en un mundo regido por la picardía.

Guillermo Mordillo Menéndez nació en Buenos Aires el 4 de agosto de 1932, hijo de españoles. A los 16 años, tras dos años de estudio en el Instituto Grafotécnico, obtuvo el certificado de ilustrador en la Escuela de Periodismo. Comenzó haciendo ilustraciones para libros infantiles y, posteriormente, en sociedad con otro dibujante, fundó un estudio de producción de animaciones para hacer cortos publicitarios.

Un amigo lo invitó a Perú y se quedó allí desde 1955 a 1960. Luego de haber realizado ilustraciones en tarjetas de felicitaciones para ­Hallmark Cards con sede en Kansas City, se radicó en los Estados ­Unidos en 1960. Allí fue contratado por los estudios Paramount y formó parte del staff de dibujantes de dos personajes conocidos en el mundo entero, Popeye y La Pequeña Lulú.

En septiembre de 1963, con 31 años, decidió radicarse en París, adquirir la nacionalidad francesa y comenzó a cotizarse como uno de los grandes historietistas europeos, disputado por publicaciones prestigiosas como Paris Match, Adam, Lui y Marie-Claire, de Francia, la germana Stern, las suizas Annabelle e lllustrée, más una ristra de editoriales escandinavas, balcánicas y del Japón. Una gran editorial de Nueva York le encargó un libro exclusivamente de imágenes, que se llamó El galeón, el cual trataba sobre las aventuras de un barco pirata. En Dusseldorf, Alemania, realizaron una campaña publicitaria con sus personajes.

Uno de sus protagonistas puede ser un náufrago, sentado sobre un mi­núsculo islote, fantaseando que ese promontorio perdido en mitad del océano es en realidad la rodilla de una mujer hermosa, o puede ser una pareja que, luego de arrancar el tallo de una flor, comprueba cómo el planeta se desinfla por ese agujerito, quedando abrazados sobre la arrugada esfera. Mordillo describía así a sus criaturas: “Mis personajes son siempre el mismo, sin ser exactamente iguales. Por lo general están envueltos en empresas bastante cretinas, como suele ocurrimos a todos nosotros, ¿no? Hay en ellos mucho de so­ledad, de inconformismo”. Son se­res que carecen de boca, por lo cual se sostienen a sí mismos sin necesidad de palabras. Casi todos están perdidos en medio de una inmensidad, desamparados: “Es que cada hombre es una isla; todavía vivimos masticados por la indiferencia y la incomprensión”. Tal vez por eso en su pincel fuljan tantos náufragos; pero con una salvedad: “Al principio los dibujaba solitarios, después de casarme les agregué una mujer, y ahora es toda la familia chapoteando en el mar”.

A diferencia de Divito y de las historietas inspiradas en Rico Tipo, que se solazaban en dibujar mujeres de amplias caderas y curvas irresistibles, Mordillo dibujaba mujeres sin atractivo: “Creo que soy uno de los primeros humoristas que dibujaron a la mujer decididamente fea; pero es que, al fin de cuentas, todos los humanos somos tan parecidos... A una figura turbadoramente informe le agrego los pechos y ya queda identificada como mujer. Todo el mundo quiere conocer a mi señora, para ver si se parece en algo a mi personaje masculino-femenino; ¡por suerte, no tiene nada que ver!”.

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