cultura

Robert Delaunay: del cubismo al arte inobjetivo

Un pintor que rompió radicalmente con los antiguos medios de expresión.

La obra de Robert Delaunay -recuperada en una reciente compilación de la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata- expresa el punto más alto de una mutación central en las artes plásticas (cuyo devenir plástico analiza Jean-Clet Martin en el prólogo) hacia lo sintético, lo simultáneo, lo inobjetivo. Una mutación que se expresa transversalmente en todos los campos en ese inicio de siglo XX, que tenía sus predecesores “en nuestro revolucionario Delacroix, del cual somos nietos”, y “en el obstinado Cézanne”. Una mutación que lleva la luz y el color a su lugar primordial, al lugar formal, que crea formas y ritmos.

Pero la búsqueda de los Delaunay, aunque inscrita en un linaje, será una ruptura radical con los antiguos medios de expresión (las viejas escuelas, pero también el cubismo, el futurismo, el neoimpresionismo, la abstracción geométrica), será la creación de nuevos medios. De allí el mote “inobjetivo”, que busca desmarcar del río de la abstracción el afluente con más carga de porvenir: aquel impulsado por la luz y el color.

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