CULTURA

Un cacique que se convirtió en bandera

Arbolito fue el nombre de un líder ranquel, cuyo nombre fue rescatado por el historiador Bayer y que hoy da nombre a una banda de rock.

Aquel sábado 28 de marzo de 1829 los rayos de sol que se abrían paso entre las nubes eran insuficientes para calentar a los hombres que montaban campamento en el paraje Las Vizcacheras, a pocos kilómetros al sur del Río Salado (muy cerca de la actual localidad de Gorchs, provincia de Buenos Aires). Habían marchado toda la noche desde la laguna de las Perdices. Pero el adversario los acechaba y no podían darse el lujo de descansar, menos de dormir.

El interés de las clases dominantes por adueñarse de los territorios indígenas es tan antiguo como la propia nación. Las comunidades pampas, y en especial los ranqueles, fueron las que opusieron mayor resistencia y respondieron con sus malones en las localidades de la frontera, dirigidas por valerosos caciques como Yanquetruz, Juan Catriel y Llanquelén.

El comandante que dirigía al grupo, Juan Aguilera, dispuso que una vez armadas las tiendas los hombres permanecieran en sus posiciones en estado de alerta. Eran aproximadamente seiscientos, bien pertrechados, con armas de fuego, boleadoras y lazos, la mayoría milicianos bonaerenses del partido federal, organizados en cuatro escuadrones, y reforzados por un grupo de ranqueles bajo las órdenes del coronel Ventura Miñana.

Cuando el sol empezaba a entibiar el ambiente, un chasqui trajo la noticia de que las tropas unitarias, integradas por seiscientos soldados al mando del coronel Federico Rauch, se hallaban a menos de una legua de distancia listas para atacar. Rauch, un militar de origen europeo que pertenecía al partido unitario, había sido enviado por Juan Lavalle – el verdugo del gobernador Manuel Dorrego- para perseguir y encarcelar a los milicianos federales seguidores de don Juan Manuel de Rosas, que se negaban a aceptar el nuevo status quo tras la muerte de Dorrego.

El enfrentamiento entre ambos bandos se produjo antes del mediodía. El grupo de Rauch avanzó en tres columnas al ataque. La del medio arrolló a sus rivales y provocó varias muertes. Pero en la de los costados, en cambio, fueron los federales dirigidos por Aguilera quienes se impusieron. Rauch no se percató en un primer momento de la derrota que sus subordinados habían sufrido en los flancos. Cuando se lo advirtieron ya estaba cercado; intentó escapar al galope pero un indígena ranquel llamado Nicasio Maciel lo ultimó cortándole la cabeza.

La muerte de Rauch en Las Vizcacheras provocó reacciones diversas. Para los partidarios de Lavalle representó un duro golpe, porque el comandante de origen europeo había sido una pieza importante de la estructura militar unitaria, de destacada participación en diferentes campañas y operativos. Los federales, en cambio, celebraron como un triunfo el hecho de haber eliminado de las filas enemigas a un militar con esa trayectoria y pergaminos.

Nicasio Maciel, o Arbolito como muchos lo apodaban en alusión a su contextura física y a su altura, se convirtió para estas comunidades en un héroe, en un justiciero, en el hombre que supo interpretar los sentimientos de miles y miles de indígenas que se sintieron profundamente vindicados por aquella acción que puso fin a la vida del militar. Arbolito se perdió en la inmensidad de las pampas, ya nadie lo recuerda. La ciudad donde ocurrieron los hechos se llama hoy Coronel Rauch, y muchas calles recuerdan al oficial prusiano, pero ninguna a ese héroe de las pampas al mítico Arbolito.

Afortunadamente, Osvaldo Bayer restituyó las verdades enterradas en nuestra patria llevando adelante un trabajo territorial incansable. Sus escritos y conferencias dejaron una huella, rescatando a los pueblos que llevaban el sello exterminador como nombre fundacional, en sus calles, escuelas, puentes, trenes o recursos naturales, como el glaciar Perito Moreno. Bayer también subió con su maleta al escenario del rock, donde la banda precisamente llamada Arbolito mueve con otra idea de rock y folclore nacionales. Allí interpeló al público: “¿Cómo? ¿Este no es el Teatro Colón? ¿Saben por qué tiene el nombre de Arbolito? Les voy a contar…”.

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