Ciencia
Un tesoro paleontológico, una disputa en su origen y nuevos estudios
En una de las salas del Museo de La Plata se encuentra, en excelente estado de conservación, un retazo de piel de un milodonte. Los datos sobre su surgimiento y los estudios científicos para determinar cada una de las características de este animal, que vivió hace miles años en la Patagonia.
Cuando en 1895 el alemán Eberhard compró una estancia para criar ganado en el seno de Última Esperanza (Chile), no imaginó jamás que detrás de esa decisión comenzaría una historia de expediciones, disputas y estudios científicos que continuarían hasta el presente.
El paisano, mientras exploraba la zona, halló una gran cueva donde se encontraban restos de distintos especímenes de milodonte, un perezoso extinto que vivió en el Pleistoceno, entre 2,59 millones de años hasta 10.000 años atrás, aproximadamente. Se trataba de un cuero bastante grande, grueso, con pelos muy largos y con la particularidad de que tenía huesos.
“Nosotros estamos estudiando este cuero desde el año 2018, desde mucho antes, pero el primer trabajo formal completo salió en el 2018, en una revista digital de la Asociación Paleontológica Argentina. Es un trabajo sobre la historia de los cueros que existen de milodonte, que están en varios museos del mundo”, le dijo a Hoy el paleontólogo Leandro Martín Pérez, uno de los investigadores que participó de los diferentes estudios realizados sobre esta joya fósil.
Lo que menos se conoce de esta apasionante historia es la pelea que existió entre Francisco Pascasio Moreno, quien en ese momento era director del museo platense, y Florentino Ameghino, quien también estuvo un tiempo en la casa de estudios. “Había un tire y afloje para ver quién publicaba más rápido las cosas. Como Moreno estaba vinculado con el tema nacional y había sido designado perito de parte de Argentina por el límite con Chile, él estaba en la zona cercana a Punta Arenas. Se ve que de algún modo se enteró, o le avisaron que había un cuero extraño en una estancia”, contó el especialista que trabaja en la División Paleozoología Invertebrados del Museo de La Plata.
Moreno se dirigió a la estancia y cuando vio el cuero se dio cuenta de que era de un perezoso.
De hábitos herbívoros, este fue uno de los animales terrestres de mayor tamaño para la época en América del Sur, con un peso de más de 1 tonelada y 3 metros de longitud.
“Como Moreno, a su vez, era director del Museo de La Plata; envió expediciones al lugar para seguir excavando, y así fue que encontraron una nueva pieza, la cual se encuentra exhibida en Museo de La Plata”, explicó el especialista.
El primer cuero también fue traído a nuestra ciudad, estuvo un tiempo, y luego Moreno lo llevó a la Sociedad Zoológica de Londres, sin pensar que allí ya se hablaba de este descubrimiento.
Al respecto detelló el investigador: “En el medio de eso, Ameghino, que estaba viviendo en La Plata, se le adelantó a Moreno y publicó una historia sobre un perezoso viviente en Patagonia. Quedará siempre la duda sobre la posibilidad de que Ameghino haya conseguido alguna información sobre la pieza que llegó desde Chile a la institución platense, o si de algún modo consiguió un fragmento de cuero equivalente, que le permitió realizar esta descripción. Florentino se adelantó a Moreno con la novedad y publicó rápidamente una nota hablando de un cuero con huesos, que tal vez nunca vio. Cuando llegó Moreno a Inglaterra con el primer cuero, ya en Europa sabían de la existencia del perezoso viviente de la Patagonia”.
Estudios
Al gran cuero que quedó en el Museo de La Plata los investigadores comenzaron a realizarle diferentes estudios. El primero se basó en un fechado radiocarbónico para conocer la edad de la pieza.
“Los resultados arrojados del fechado radiocarbónico dieron 13.200 años, que se corresponde con el final de la era del hielo en el Pleistoceno. Dos fechados hicimos, uno da poco más de 13.000 y el otro de 11.000 años”, especificó Leandro Martín Pérez.
En otro trabajo, los investigadores estudiaron la anatomía del cuero como tal y por qué posee huesos en su interior. “Es algo que no tienen los mamíferos hoy en día. Salvo los huesos dérmicos que pueden verse en los armadillos, que integran junto a los osos hormigueros y los perezosos arborícolas un gran grupo llamado xenartros”, expresó el especialista.
En la actualidad, el grupo de estudio investiga la anatomía del pelo asociado al retazo de tegumento, y tienen pensado indagar sobre la preservación de la cueva; ese sitio donde el estanciero alemán, en 1895, ingresó y se encontró con el primer cuero.
Rastros humanos
A su vez, existe un debate abierto entre arqueólogos y paleontólogos para ver si coexistió el milodón con el ser humano en ese momento.
“Es muy difícil encontrar evidencia directa de la interacción del ser humano con la megafauna. Imagínate que en esa época cuántos humanos habría en la zona. Seguro existía una población muy pequeña. El ser humano se supone que había ingresado hacía muy poco tiempo al territorio sudamericano. En este sentido, siempre es más probable encontrar evidencias indirectas que sugieran esta asociación, como marcas de cortes sobre huesos, herramientas, huesos quemados o restos de fogones”, manifestó el investigador al respecto.
“En el trabajo de fechado radiocarbónico si bien nosotros no encontramos restos humanos encontramos dos punzones tallados hechos con unos huesos de un perro. Son calcados, uno igual al otro. Fueron hallados en la expedición de 1899, cuando encontraron el cuero que estudiamos. Otras evidencias asociadas que apoyan la relación estrecha entre el humano y los milodontes son las marcas de corte producidas por herramientas, presentes en dos escápulas de estos animales, una de estas piezas, perteneciente al Museo de La Plata y otra en el Museo de Ciencias Naturales de Zúrich”, completó el especialista.