Tras la ausencia por su estado de salud, reapareció el Papa Francisco con un mensaje de paz

El Sumo Pontífice encabezó ayer la tradicional Vigilia Pascual, de la que participaron 6.000 fieles en la Basílica de San Pedro.

Luego de su ausencia aduciendo problemas de salud, el Papa Francisco reapareció ante 6.000 fieles en la Basílica de San Pedro ayer, donde encabezó la Vigilia Pascual con un mensaje de paz y resiliencia.

En su discurso, hizo referencia al odio y a los impactos de las guerras en diversos países del mundo. “A veces sentimos que una lápida ha sido colocada pesadamente en la entrada de nuestro corazón, sofocando la vida, apagando la confianza, encerrándonos en el sepulcro de los miedos y de las amarguras, bloqueando el camino hacia la alegría y la esperanza”, dijo y los consideró “escollos de la muerte”.

Más adelante, señaló a los fieles que se encuentran a lo largo del camino en todas las experiencias y situaciones que “nos roban el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante, como los sufrimientos que nos asaltan y en la muerte de nuestros seres queridos” y “en los fracasos y en los miedos que nos impiden realizar el bien que deseamos”.

“Cuando experimentamos estas desilusiones, prosiguió, tenemos la sensación de que muchos sueños están destinados a hacerse añicos y también nosotros nos preguntamos angustiados: ¿quién nos correrá la piedra del sepulcro?”, planteó.

En el marco de la ceremonia, el Sumo Pontífice bautizó a ocho personas, procedentes de Corea, Italia, Japón y Albania.

En ese contexto, el Papa Francisco destacó la figura de Jesús, de quien señaló que “después de haber asumido nuestra humanidad, bajó a los abismos de la muerte y los atravesó con la potencia de su vida divina, abriendo una brecha infinita de luz para cada uno de nosotros. Resucitado por el Padre en su carne, que también es la nuestra con la fuerza del Espíritu Santo, abrió una página nueva para la humanidad”.

Desde aquel momento, “si nos dejamos llevar de la mano por Jesús, ninguna experiencia de fracaso o de dolor, por más que nos hiera, puede tener la última palabra sobre el sentido y el destino de nuestra vida”, cerró.

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