El largo y sinuoso camino de los números

Los porcentajes favorecieron en un principio a Bolsonaro, pero Lula se terminó alzando con la victoria.

A más de un fanático de Jair Bolsonaro le habrá dado un infarto cinco minutos después del cierre de la votación, cuando se difundieron los primeros números parciales del escrutinio y le daban la victoria a Luiz Inácio Lula da Silva con el 57,07% de los votos, más de 14 puntos por encima del actual presidente, que se ubicaba en el 42,93%.

Claro, se había computado solo un 0,12% de las mesas del país, y el número no era ­indicativo. Poco después, con el 0,21%, Lula obtenía el 50,37% contra el 49,63% de ­Bolsonaro; y luego, a apenas 15 minutos del cierre, los porcentajes se habían revertido drásticamente: 56,47% para Bolsonaro, 43,53% para Lula.

Algún malpensado podría deducir que el gobierno, en manos de Bolsonaro, privilegió el escrutinio en los estados más favorables al presidente, una sospecha que surge en muchos actos electorales. Por más que los números finales sean indiscutibles, los ­oficialismos tienden a gozar en las primeras horas del conteo de una ventaja sobre el rival opositor.

Es lo que sucedió en este caso, ya que la diferencia a favor de Bolsonaro se mantuvo, aunque en disminución, ya con más del 50% de las mesas escrutadas. A las 18.30, hora argentina, con casi un 51% de las mesas de votación relevadas, Bolsonaro registraba un 50,3% de apoyo, y Da Silva, un 49,7%. Quince minutos después ya casi se habían igualado: con un 66,87% de avance en el escrutinio, el actual presidente se ubicaba una centésima de punto por encima del 50%, y Lula, una décima por debajo.

Fue la última vez que Bolsonaro pudo paladear la delantera. A partir de entonces, los números empezaron a serle favorables al líder del Partido de los Trabajadores (PT), que superó por una diferencia cada vez mayor al candidato a la reelección.

“¡Vai virar!”, venían exclamando para entonces los partidarios de Lula en las calles y casas. La consigna (“se va a dar vuelta”) era la misma que entonaban en la primera vuelta electoral, cuando sucedió algo similar, con Bolsonaro liderando en el primer tramo del escrutinio y finalmente una victoria de Lula.

Y sí, se dio vuelta.

La trayectoria de las cifras fue sinuosa, pero rápida, gracias al sistema de voto electrónico que se utiliza en el país vecino. Dos horas después del cierre de los comicios ya se habían contabilizado los sufragios en más del 90% de las mesas. Para entonces, Lula lo aventajaba a Bolsonaro por más de un punto porcentual.

El transcurso de los minutos fue alejando más y más la posibilidad de que el derechista “diera vuelta” la elección y se alzara con la victoria.

Finalmente, Da Silva ganó por un margen de casi dos puntos, no muy grande en términos porcentuales, pero considerable si se tiene en cuenta que esa diferencia equivale a más de dos millones de votantes.

Anoche, con casi todas las mesas escrutadas (99,97%), el petista registraba un 50,9% de adhesiones, y Bolsonaro, un 49,1%. Así se abría una nueva etapa en la historia, no solo de Brasil, sino de toda la región.

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