Por Daniel “Profe” Córdoba

Un clásico deslucido y sin demasiada adrenalina

El empate lo dejó a Estudiantes con sabor a poco. Sin embargo, otra vez le faltó juego y esto hace que todo lo que logre se desluzca.

Se fue un clásico más, el 172 en la historia de Primera entre Estudiantes y Gimnasia. Un derbi sin gente, sin pasión y sin demasiada adrenalina, pero con un partido que tuvo unos primeros 25 minutos buenos para el Lobo, donde estuvo entero y con mucha precisión a la hora de pasarse la pelota. Luego, tras el buen inicio, Estudiantes se acomodó en el encuentro y empezó a crecer en el campo.

Los últimos 20 minutos del primer tiempo y durante la mayor parte del complemento, sobre todo desde que Darío Herrera decidió expulsar a Mancilla por doble amonestación, fue prácticamente un monólogo del local. ¿Tuvo el gol? Sí, lo tuvo en tres ocasiones. Dos muy claras: primero, el mano a mano de Leandro Díaz con Rodrigo Rey que, con un remate fuerte de zurda y un poco elevado, hizo temblar el travesaño; mientras que la otra oportunidad apareció sobre el final, en otro mano a mano de Castro por derecha que remató fuerte al primer palo y Rey se estiró para taparla y mandarla al córner. La tercera fue un cabezazo de Noguera, previa a las anteriores jugadas, que se fue cerca del palo izquierdo del arquero del Lobo.

Amén de esto, lo que le faltó al Pincha fue, nuevamente, juego. Hay momentos del partido que parecería que a Estudiantes la pelota le molesta. Y esto hace que se desluzca cualquier cosa que logre. Incluso este empate clásico que lo dejó con sabor a poco.

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