Caloi en su tinta, aquel programa que fue un hito hermoso

Creado por el historietista Carlos Loiseau, alias “Caloi”, el programa estaba dedicado al cine de animación. Diario Hoy recuerda el ciclo que, sin dudas, marcó aviaries generaciones de televidentes y fans.

No hay dudas y no hay titubeo posible en señalar que, sin dudas, fue un pionero en lo suyo. El programa Caloi en su tinta fue una suerte de oasis en medio del desierto y el páramo que muchas veces fue la televisión argentina durante la década de los 90. Por fuera y al margen de cierta frivolidad que abundó en la pantalla en aquellos años, hubieron contados casos que tenían otra búsqueda. Y el ciclo creado por el artista e historietista Caloi fue uno de ellos.

La premisa y la dinámica del programa fue bastante similar durante todos sus años: Caloi frente a cámara presentando distintos cortos, producciones audiovisuales de animación. Su recorrido abarcaba no solo producciones nacionales y a los autores más conocidos del medio local, sino también artistas de todo el globo, desde los famosos hasta los ignotos. En ese abanico, la pluralidad era tremenda y las animaciones, colores y temas asomaban como un vergel. Vale señalar que el programa, luego de esa década de emisión ininterrumpida pasó a transmitirse, entre los años 2001 y 2003, por el canal de cable cultural Canal (á), de emisión para Latinoamérica.

Ya en agosto de 2005 el programa retornó a canal 7, donde estuvo al aire hasta 2008. Caloi en su tinta fue mutando de a poco. Porque de ciertas presentaciones más formales y rígidas pasó a volverse cada vez más dinámico: efectos propios de la historieta, efectos especiales tomados de la animación, colores, personajes que “dialogaban” con él se empezaron a hacer cada vez más presentes en el programa. Así, a veces, el programa mismo parecía una suerte de mediometraje de animación. Una cosa lleva a la otra. Porque también hay que señalar que el ciclo terminó teniendo una mirada interdisciplinaria, porque se fueron incluyendo otras ramas artísticas: plástica, fotografía, escultura. Y junto a ello, el propio Caloi le imprimía su particularísimo estilo de conducción: en su aparente seriedad había una gran locuacidad y un profundo sentido del humor. Cómo olvidar, además, la canción que funcionó como apertura y cortina musical durante toda su historia. Está grabada en la retina musical de miles y miles. Se trata de la canción Telephone and rubber band, de la Penguin Cafe Orchestra.

El programa fue declarado de interés cultural y educativo por la Secretaría de Cultura de la Nación y por la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires. Además de ello, el ciclo fue invitado a participar en varios festivales de cine de animación, como los de Francia, Brasil y Finlandia. Además de ganar, en 1993, el Martín Fierro como mejor programa cultural.

Su mujer y compañera de aventuras, María Verónica, lo definió en algunas entrevistas: “Era un tipo profundamente contemplativo que, sin proponérselo, te hacía ver las cosas de otra manera: te daba vuelta el libro (...). Era capaz de pasarse una tarde observando cómo empezaba a florecer el árbol de la cuadra o de llamarme una noche desde la ventana y decirme: María, te regalo una luna”.

Caloi había nacido en Salta en noviembre de 1948 con el nombre de Carlos Loiseau y falleció en mayo de 2012. Amigo entrañable de, entre otros, el Negro Fontanarrosa, hizo trascender el cine de animación como un nicho para llevarlo a la casa de miles de televidentes. Quizás, de una vez y para siempre.

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