División Miami, una serie entre galanes y éxitos

En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la TV internacional, diario Hoy recuerda la ficción de 1984.

En julio de 1984, la televisión norteamericana asistía al estreno de División Miami, una serie sobre crímenes que mostraba la estética de una ciudad radiante, llena de brillos y excesos, pasiones, dramas y misterios policiales.

A lo largo de cinco temporadas, la entrega presentaba el universo de dos detectives policiales llamados James Crocket y Ricardo Tubs, que trabajaban bajo las órdenes de un teniente apellidado Castillo. Estos personajes eran interpretados por los jóvenes galanes del momento Don Johnson, Philip Michael Thomas y Edward James. Con un éxito arrollador, la idea central de los guionistas y los productores era la de acaparar el núcleo de los públicos que estaba entre los adolescentes y los que atravesaban la primera juventud. Es más, tenían como segmento a los seguidores de MTV, Sony, entre otros.

Así fue que nació la entrega policial que mostraba modelos, galanes y personajes de moda para que pudieran desempeñar sus roles y además trajeran éxito a estas historias de ficción. El argumento era la lucha contra el tráfico de drogas y los submundos que acarrea en pleno corazón de la costa de Miami. De esta manera, la serie se titulaba así en honor a la ciudad donde transcurría. Entre los primeros actores que se pensaron para la trama estaban Nick Nolte y Mickey Rourke, aunque por último el mando lo tomó Don, que brillaba con su larga cabellera y su bronceado perfecto. Sin embargo, a los castings llegaba agotado, aunque su imagen cansina fue la clave para que fuera elegido.

La serie llegó a ser un éxito rotundo y el contexto en el que acontecía ayudó mucho, por sus playas, los paisajes, las discos y los looks de los integrantes del elenco. Por su parte, Don lucía un atuendo canchero con camisas, jeans desgastados, botas texanas y cadenas de oro, mientras que su contraparte, Michael, elegía los trajes de tonos claros y un modo más sobrio.

A lo largo de su primera temporada, los dos actores se llevaron muy bien, pero luego las asperezas llegaron para quedarse, aunque pudieron limarlas para seguir adelante con lo que era un proyecto con creces. Tal fue la explosión de la cinta que las grabaciones comenzaron a durar casi veinte horas, de lunes a domingo, agotando a los protagonistas, aunque lograron cosechar su siembra. Por el cansancio, Don quería renunciar al inicio de la segunda temporada, pero el productor logró retenerlo y así continuó en televisión.

Cada entrega se hacía con un gran nivel técnico y las inversiones por cada capítulo eran de casi dos millones de dólares.

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