entrevista

Sabrina Campos: “La película es un viaje emocional”

La ópera prima de la realizadora indaga en la vida de una mujer que pasa las Navidades con su familia.

Ven a mi casa esta Navidad, con Leonora Balcarce, es la ópera prima de Sabrina Campos.

Cuenta cómo Inés (Balcarce) transita un festejo navideño en medio de reclamos, mandatos y obligaciones. Durante esas horas de asedio familiar, Inés afronta los cuestionamientos que se abren acerca de sus decisiones de vida, revalorizando sus elecciones. En el medio de este vaivén emocional, atraviesa la noche con fortaleza, logrando transformar la soledad, en un sentimiento liberador de reafirmación como mujer. 

Con Campos hablamos en exclusiva para conocer detalles de la película que llega el jueves a los cines de todo el país. Balcarce no está sola en la película, la acompañan Manuel Callau, Marita Ballesteros, Claudia Cantero, Mara Bestelli, Gabriel Fernández, Bárbara Massó, Guido Losantos, Isabela Terán, Valentín Wein y Alicia Labraga.

Campos es directora, guionista y directora de arte. Es egresada de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires. Salón Royale, su primer cortometraje, se estrenó en la competencia oficial del 26º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, formó parte del Festival Internacional de Cine de Moscú y obtuvo el premio del Jurado en el Festival Internacional Latinoamericano de Vancouver. Fue seleccionado en más de 50 festivales internacionales y ganó más de una veintena de premios en todo el mundo.

Fuera de temporada, su segundo cortometraje, compitió por el Oso de Oro en el 67º Festival Internacional de Cine de Berlín y formó parte de la competencia oficial del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, entre otros.

Como ambientadora y directora de arte, ha trabajado en variados largometrajes argentinos y ha sido nominada a los premios Cóndor de Plata. Actualmente, trabaja como guionista.

—¿Cómo estás viviendo el estreno?

—Todo esto es nuevo, así que bien. Contenta la verdad, lindo charlar de lo que uno hace.

—Es tu ópera prima, y no lo parece… ¿Cómo lograste esto? ¿Ensayaste mucho?

—Yo ya había hecho dos cortos. El primer corto son tres mujeres ­dentro de un auto, el segundo corto son siete amigos y esta no iba a ser mi primera, mi ópera prima. Venía con otra, con otro proyecto que era muy grande y tuvimos un plan de filmación, que quisiera que ­pudiéramos filmarla en el tiempo que teníamos.

—¿Cómo fueron apareciendo los actores?

—Armando las diferentes familias, y fuimos haciendo castings cerrados, ahí fuimos eligiendo. Leonora fue la primera y a partir de ahí fuimos armando todo.

—Uno de los primeros planos me remitió a La mujer sin cabeza, ¿lo buscabas?

—No, apareció. La verdad que, obviamente, admiro a Lucrecia, pero no se buscó. Yo no... la verdad es que sinceramente cuando filmo, tanto los cortos como en la película, pienso y ya viene aparejada la puesta.

Cuando fue el primer corto, eran planos que tenía presente, y acá era la mirada de ella. Ya ahí como que me ordenaba. Ella para mí era la cámara, es lo que ella piensa y lo que mira, y el sonido para mí es lo que ella siente. Entonces todo ese juego sonoro, cuando los hombres empiezan a hablar, se deforma. Porque lo que yo intentaba con la película es que sea un viaje emocional de esta persona, como que cualquiera pueda sentir lo que vive una mujer de 40 años en un contexto familiar.

—Te animás a contar la Navidad de otra manera…

—Sí, de la alegría basta. Odio. También me encontré con una amiga cuando le estaba contando de la película y a ella le pasó también que le hicieron un comentario de la maternidad. Ella había perdido un embarazo y la Navidad es un momento muy, muy sensible, entonces tienes que tener como un poco de tacto. Es como que tenés que contar todo, de nuevo, respondiendo a los mandatos.

Hay una escena que le dicen a Inés por un postre: la receta te la tuvo que haber pasado tu mamá. Y no, parece que, viste, arcaico. Pero pasa constantemente, mucho más allá de lo que creemos, como que ya está supersuperado, valga la redundancia. Pero no, sigue pasando. Y supuestamente hay que tener otra mirada.

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