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Bioy y Wilcock, historia de una amistad

“Llegó a casa por su amistad con Silvina. A ve­ces venía a la casa de Mar del Plata y ponía a Brahms a todo volumen. Yo me indignaba", se puede leer en Wilcock, de reciente publicación.

Como Adolfo Bioy Casares empezó a llevar sus diarios a par­tir de 1947, es difícil determinar con exactitud cuándo conoció a J. Rodolfo Wilcock: “Llegó a casa por su amistad con Silvina. A ve­ces venía a la casa de Mar del Plata y ponía a Brahms a todo volumen. Yo me indignaba. Un día –y sin advertir la transición– empecé a ser su amigo y a oír a Brahms con felicidad”, se puede leer en Wilcock, de reciente publicación.

En un primer momento, Bioy consideraba con un ligero desprecio a ese escritor soberbio y triunfante. Lo tomó como inspira­ción para el protagonista del cuento El perjurio de la nieve, un relato publicado en enero de 1944. Con el tiempo, el respeto fue creciendo y llegaron a ser muy amigos.

Bioy Casares se enteró de la muerte de Wilcock tres días más tarde, cuenta en su diario, el 19 de marzo de 1978: “Cuando voy a tomar el desayuno al comedor, Silvina me anuncia la muerte de Johnny Wilcock. Me voy a llorar al baño. Johnny murió en Lubriano, de un infarto, y se lo encontró con actitud de leer un libro sobre el infarto cardíaco. Pienso que debiera escribir mis recuerdos de Johnny”.

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