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El hallazgo de un cráter aporta más evidencia sobre la extinción de los dinosaurios

Enterrada bajo la costa de África occidental, el nuevo sitio de impacto sugiere que una segunda roca espacial pudo contribuir a la catástrofe global.

Revelado a través de los estudios sísmicos del fondo marino, un cráter de unos 8,5 kilómetros de ancho enterrado bajo capas de arena en la costa de África occidental podría incorporar un nuevo giro a la extinción masiva de los dinosaurios. El cráter, apodado Nadir en honor a un volcán submarino cercano, pudo excavarse por el impacto de una roca espacial de al menos 400 metros de ancho y pudo originarse casi al mismo tiempo que el cráter Chicxulub, la cicatriz expansiva en la superficie de la Tierra producto del asteroide que mató a los dinosaurios.

“Mucha gente se ha preguntado: ¿cómo podría el impacto de Chicxulub, aunque haya sido enorme, ser globalmente tan destructivo?”, dijo Veronica Bray, científica planetaria de la Universidad de Arizona y autora del estudio. “Podría ser que tuviera ayuda”, respondió.

De acuerdo al estudio, el objeto que creó Nadir debió ser considerablemente más pequeño que el que impactó en Chicxulub, por lo que sus efectos probablemente fueron regionales. Sin embargo, de confirmarse el segundo impacto de un meteorito en rápida sucesión, habría significado un golpe doble en la catástrofe global al final del período cretácico. Una posibilidad adjunta es que el par de asteroides se haya desprendido de un solo cuerpo principal que se fracturó en dos antes de chocar con la atmósfera de la Tierra y perforar el suelo a más de 5.472 kilómetros de distancia.

Si bien se necesita un análisis adicional para confirmar la edad e identidad del supuesto cráter, y si está relacionado con Chicxulub, los científicos están cautelosamente entusiasmados con el potencial descubrimiento de un nuevo sitio de impacto.

Como muchos descubrimientos, el posible nuevo cráter fue encontrado por accidente. El geólogo Uisdean Nicholson de la Universidad Heriot-Watt en Edenborough (Escocia) estaba interesado en reconstruir cómo América del Sur se había separado de África hace aproximadamente 100 millones de años. En busca de pistas, examinó las características debajo del lecho marino entre los dos continentes y rastreó cómo las ondas sísmicas rebotaban bajo tierra para iluminar las características subterráneas. Casi de inmediato notó algo extraño.

Nicholson se acercó a otros científicos, incluido Bray, para preguntarles si pensaban que podría tratarse de un cráter de impacto, y todos estuvieron de acuerdo: la característica consiste en una depresión rodeada por un borde con un pico prominente en su centro, que es común entre tales cráteres. Al analizar la forma y el tamaño de la estructura, el equipo modeló cómo podría haberse formado.

Los resultados sugieren que el cráter se produjo por el impacto de una roca espacial de aproximadamente 400 metros de ancho que atravesó la atmósfera y golpeó la superficie del mar a casi 72.420 kilómetros por hora. La colisión habría desatado la energía de 5.000 megatones de trinitrotolueno (TNT) y habría vaporizado casi instantáneamente el agua y las capas del lecho marino subterráneo. Después, una onda de choque habría corrido a través de la superficie, causando que la roca (que alguna vez fue sólida) fluyera como un líquido.

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