Cultura

Las aventuras de Adolfo Bioy Casares en La Plata

El autor de La invención de Morel, escribió una novela que tiene como escenario nuestra ciudad, y que permite una relectura de la vida urbana desde los ojos de alguien que proviene de un pueblo de Provincia.

En 1985 se publicó La aventura de un fotógrafo en La Plata, novela de Adolfo Bioy Casares. En el único texto de Bioy ambientado en nuestra ciudad. Allí se alude al tema de los desaparecidos: “No creo que uno pueda soñar una pesadilla tan terrible y no seguir escribiéndola al despertar”, dijo el escritor que durante los años de la Dictadura guardó silencio, pero que con la recuperación de la democracia revisó críticamente.

El protagonista, Nicolasito Almanza, llega a nuestra ciudad proveniente de la localidad de Las Flores, con la tarea encomendada de fotografiar los principales edificios públicos y lugares de interés de La Plata. Ni bien hizo una cuadra en esta ciudad desconocida para él, lo saludan. Es el señor Lombardo, un hombre que se encuentra con sus dos hijas y dos nietas; tampoco ellos son de La Plata, vienen de Brandsen. El acercamiento se produjo con la pregunta de si conocía un lugar para desayunar. La condición de ser ambos extraños en el lugar los acerca misteriosamente, tienen desconfianza hacia la gente de ciudad: “El pueblero, y peor cuando se dedica al comercio, es muy tramposo. Hay que presentar un frente unido”.

Lombardo le ve a Nicolasito un parecido con uno hijo que se fue de la casa paterna luego de una discusión. Entran rápidamente en confianza: los Lombardo se alojan en una extraña pensión ubicada en calle 2 y 54, en tanto Nicolasito lo hará en una de 43 y 117, que le consiguió un conocido de Las Flores, que trabajaba de policía en nuestra ciudad.

El personaje viene de la calma pueblerina, del tiempo sin apremios que se mide no con los relojes, sino con la regularidad de los hábitos. Le sorprende que todo esté sumido en una prisa cuyo objeto no está claro para él: “¿Será esto la famosa vida acelerada de la gran ciudad?”, se pregunta desde su estupor.

Pertenece a un lugar en donde, luego de trabajar en actividades rurales, desarrolla su pasión por la fotografía como ayudante en el estudio del viejo Gentile, fotógrafo del pueblo. Fue en ese local comercial donde un personaje encumbrado del pueblo, Luciano Gabarret, admirado por el talento de Nicolasito con la cámara, le hizo la propuesta: “Vaya a La Plata, se tome una semana con todo pago y me fotografíe la ciudad”; el trabajo era para el primer libro de la colección Ciudades de la Provincia de Buenos Aires.

El desafío que se abre ante los ojos payucas de Nicolasito es vivir una semana en una gran ciudad. Así se lo plantea Gentile: “Es la ocasión de tu vida. Si la ciudad no te destruye vas a crecer como hombre y, lo que es más importante, como fotógrafo”. El personaje pasa seis días y cinco noches en nuestra ciudad, que es una gran protagonista de la novela. Es una topografía arbitraria creada por el autor, que busca la verosimilitud inventando detalles sin cotejo alguno con la realidad. Así, el personaje revela diariamente las fotografías que toma en un laboratorio ubicado en 24 y diagonal 75.

Una cacería fotográfica

En sus cacerías fotográficas, el protagonista de la novela retrata los siguientes lugares: la Estación del ferrocarril, la Facultad de Ciencias Exactas, el Museo de Ciencias Naturales, el Banco de la Provincia, la Universidad, la casa de Almafuerte, la Catedral, el Palacio Municipal, el Palacio de Gobierno, el Cine Rocha, la plazoleta Benito Lynch, la Facultad de Ciencias Económicas, la Facultad de Derecho, una antigua estación de tranvías y el Jockey Club.

La Plata es insinuada como una ciudad fantasmagórica, en la que el fotógrafo accidentadamente intenta cumplir su cometido, tropezando con personajes estrambóticos –como el funebrero Lo Pietro y su Mono-, que lo rondan como si quisieran ganarse su alma. Tiene amoríos, sufre accidentes, es objeto de persecuciones. Recordará lo que Gentile le dijo en la despedida: “En la ciudad te esperan sorpresas, lo que es bueno porque el hombre despierta y vive”. Llegó con la consigna de no apartarse de la huella. De a poco, se va sumergiendo en la vida de la ciudad; internándose en el mundo de los estudiantes, en la bohemia de los cafés y los restaurantes baratos. Descubre que la vida en una ciudad es más complicada y misteriosa de lo que había pensado. Aunque esa ciudad sea La Plata.

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