Continúa el derrumbe de la actividad pesquera en Argentina

En julio, la pesca se desplomó 82.8% interanual, registrando su peor nivel desde la pandemia y provocando un fuerte impacto en el mercado laboral.

El sector pesquero argentino se hundió en julio con una caída interanual del 82,8%, según los últimos datos del Índice de Producción Industrial (IPI) pesquero. La magnitud del derrumbe no tiene antecedentes cercanos, dejando de lado el período de cuarentena estricta entre marzo y julio de 2020, hay que retroceder hasta mediados de 2016 para encontrar un nivel de actividad tan bajo.

El retroceso no solo deja en evidencia la fragilidad de la industria, sino también la falta de políticas del Gobierno nacional para contener a un sector estratégico en generación de divisas y empleo.

La parálisis del langostino

La mayor parte de la caída se explica por la paralización casi total de la pesca de crustáceos, principalmente el langostino, que representa la actividad más relevante y concentra la mayor porción de las exportaciones. Desde abril, los buques tangoneros congeladores permanecieron amarrados durante meses en Mar del Plata, Puerto Deseado y Puerto Madryn porque la operatoria dejó de ser rentable.

El precio internacional del langostino salvaje se derrumbó de US$12 a US$5 por kilo, producto de la sobrecaptura y de la irrupción en el mercado de especies más baratas. Al mismo tiempo, la demanda interna es incapaz de compensar la caída externa, con un consumo de apenas 7 kilos per cápita al año.

En los primeros siete meses de 2025, la actividad acumuló un desplome del 34,2% y se convirtió en el sector con mayor incidencia negativa en el Estimador Mensual de Actividad Económica (Emae) del Indec.

Conflicto laboral y los reclamos sectoriales

La situación derivó en un fuerte conflicto entre empresarios y sindicatos. Mientras las cámaras empresariales reclamaban una adecuación del convenio colectivo a la nueva realidad del sector, los gremios denunciaron intentos de recortar salarios. Tras cuatro meses de tensión, se alcanzó un acuerdo a comienzos de agosto, aunque con reducciones salariales temporales que golpearon a los trabajadores.

Según los gremios, ya hubo 600 empleados directamente afectados entre suspensiones y despidos, en un universo total de más de 5.000 puestos que dependen de la actividad. Los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) muestran que los empleos registrados en el sector pasaron de 15.100 en febrero a 14.400 en mayo, confirmando la pérdida de fuentes laborales.

A los problemas de demanda y precios se suman los altos costos de producción. Industriales señalan el encarecimiento del país en dólares, el peso de las cargas sociales y el costo de la tripulación. Desde la actividad piden medidas urgentes, como la quita de retenciones y una reforma laboral que alivie los costos operativos.

Sin respuestas oficiales concretas, la crisis pesquera no solo erosiona las economías regionales, sino que también priva al país de divisas genuinas en un contexto de extrema fragilidad económica. La falta de acción del Gobierno nacional agrava un escenario donde la caída de la producción y del empleo amenaza con dejar a penas a flote una de las industrias clave para la Argentina.

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