El FMI reclama y Washington financia
El Tesoro de EE. UU. giró más de 870 millones de dólares a la Argentina para pagarle al FMI, dejando expuesta la vulnerabilidad y la subordinación económica.
El relato oficial volvió a chocar contra la realidad. El gobierno de Javier Milei, que prometía transparencia y solvencia, terminó recurriendo a un mecanismo opaco para cumplir con el Fondo Monetario Internacional. Milei utilizó Derechos Especiales de Giro (DEG) prestados por la administración de Donald Trump y activó un nuevo tramo del swap con el Tesoro de Estados Unidos. La operación, mantenida en reserva, fue confirmada por las estadísticas del Banco Central y del Exchange Stabilization Fund norteamericano.
El mercado ya sospechaba que algo no cerraba en las reservas argentinas. La falta de divisas y la caída de los activos internacionales dejaban en evidencia que el pago de noviembre al FMI no podía sostenerse con recursos propios. La confirmación de la maniobra profundiza el deterioro de la credibilidad del Gobierno. No sólo depende de préstamos externos, sino que lo hace bajo condiciones desconocidas y con un costo financiero que compromete el futuro inmediato.
El costo oculto del swap
Los términos del acuerdo con Washington permanecen bajo secreto. Se activaron miles de millones de dólares bajo una tasa que compromete seriamente las finanzas nacionales, mientras el Tesoro estadounidense obtiene ganancias seguras. La consultora 1816 advirtió que a fines de octubre se habría activado un tramo de 2.500 millones con vencimiento en un mes. El Banco Central, lejos de tener capacidad para afrontarlo, apenas logró comprar 200 millones en la última semana.
Sin salvataje y sin credibilidad
Como bien informó diario Hoy en su edición anterior, el golpe final llegó con la confirmación de que los bancos internacionales se bajaron del supuesto salvataje de 20 mil millones de dólares. Lo que el oficialismo presentaba como un respaldo histórico terminó siendo un espejismo.
La promesa de independencia financiera se diluye frente a la dependencia de Washington y la improvisación de su equipo económico. La estrategia de ocultar datos y minimizar riesgos no alcanza para disimular la fragilidad de un esquema que compromete reservas, incrementa deuda y expone al país a una vulnerabilidad creciente. La credibilidad, ese activo que Milei decía defender, hoy se encuentra en default político.
