Sin arrepentirse de sus crímenes ni pedir perdón, murió a los 93 años el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz
El responsable de la desaparición y muerte de cientos de personas durante la última dictadura jamás reveló que ocurrió con Jorge Julio López.
Uno de los personajes más oscuros y siniestros de nuestra historia, Miguel Osvaldo Etchecolatz, responsable de la desaparición y muerte de cientos de personas durante la última dictadura falleció en las últimas horas en una clínica de Merlo a los 93 años. Etchecolatz pasó sus últimos días en cárcel común.
Con su muerte, el represor y genocida se lleva a la tumba los secretos de lo ocurrido con Jorge Julio López, desaparecido en plena democracia tras declarar en su contra en una de las causas de lesa humanidad.
En las últimas semanas, la salud de Etchecolatz se había deteriorado, en ese sentido, la Cámara Federal de Casación lo había beneficiado con prisión domiciliaria. Sin embargo, al tratarse de causas por crímenes de lesa humanidad, debió permanecer en la cárcel común hasta el fin de sus días.
El Cuerpo Médico Forense determinó en ese momento que tenía “antecedentes de HTA, ACV isquémico, Ex TBQ, deterioro cognitivo, insuficiencia cardíaca, insuficiencia venosa, HPB, diverticulosiscolónica” y que, por lo tanto, requería un cuidador las 24 horas.
Etchecolatz y la dictadura
Miguel Osvaldo Etchecolatz se desempeñó como Director de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires donde coordinaba el accionar de los grupos de tareas.
Entre los crímenes que le fueron probados, se comprobó que participaba de los interrogatorios y asesinatos de los detenidos ilegalmente durante la última dictadura y de apropiarse de bebés. Aunque nunca se pudo comprobar el nexo, se cree que tuvo algo que ver con la segunda desaparición de Jorge Julio López.
También fue responsable de la emblemática "Noche de los Lápices" donde secuestró torturó y asesino a estudiantes de secundaria quienes habían protestado por un boleto escolar.
¿Dónde está Jorge Julio López?
La hija que no quiso ser
Mariana Dopazo renunció a su condición de hija del represor Miguel Etchecolatz. Confesó que junto a su hermano rezaban para que el exjefe de la Dirección de Investigaciones de la Policía de Buenos Aires “se muriera en el viaje” de regreso a su casa.
“Siempre rodeados de armas, acompañados de custodia policial y metidos en una burbuja. Mi vieja hacía lo que podía, amenazada recurrentemente por él: Si te vas, te pego un tiro a vos y a los chicos”, recordó la “ex-hija”.
Dopazo presentó en 2014 un escrito ante un juzgado de familia para pedir el cambio de apellido: “Cada vez que él volvía de la Jefatura de Policía de La Plata, nos encerrábamos a rezar en el armario con mi hermano Juan, para pedir que se muriera en el viaje. Sí, eso sentíamos, todos los días de nuestras vidas”, contó Dopazo en un artículo publicado en la revista La Garganta Poderosa.
“Vivir con Etchecolatz significaba no tener paz, hacer lo que decía y acostumbrarse al miedo de abrir la boca, porque podría venirse la respuesta más terrible”, siguió. “Era cruel, castigaba muy fuerte y después se preocupaba: Mirá lo que me hacés hacerte”, recordó.