¡A Pachorra, con cariño!
Dos jugadores promovidos y consolidados en el ciclo de Sabella en Estudiantes, como Mercado y Rojo, le dieron el pasaporte a la Selección Argentina a los octavos de final del Mundial de Rusia. Messi volvió a marcar un gol, pero el equipo pasó con mística en el epílogo del juego
Por Juan Pablo Ferrari
Cobertura exclusiva en Rusia
Sufriendo pero gozando. Lu-chando y festejando. Así es el andar de la Selección Argentina en el Mundial de Rusia, que ayer pasó con el último suspiro a los octavos de final.
Apelando a la vieja y efectiva receta del resultadismo, ayer alcanzó con un centro rasante de Mercado para el ingreso frenético de Marcos Rojo en el último minuto, para que desde la cuna de Estudiantes se grite fuerte la clasificación.
Durante los últimos días, con los cambios que se habían consensuado con el cuerpo técnico, la Selección se iba a jugar la última gran batalla de la fase de grupos con un equipo parecido al del Mundial de Brasil 2014.
Con Sabella alentando en Tolosa, Gugnali y Camino apoyando, el profe Blanco mandando mensajes de aliento, dos hijos pródigos del equipo que ganó el Apertura 2010 terminaron sacando el pasaporte a Kazán, donde el sábado enfrentarán a Francia.
La Selección cambió la actitud dentro de la cancha: luchó, marcó y trabó en cada pelota. Algo que se le venía reclamando y que tuvo correlato en la supremacía mostrada en el primer tiempo. El gol de Messi tras una asistencia milimétrica de Banega resumió la confianza y el buen juego de un equipo que saltó al campo de juego con la soga al cuello, dependiendo de Islandia y Croacia para eludir el fracaso.
Con traslado de pelota, presión en el ataque y solvencia en el arco, la Selección anuló a Nigeria y mereció marcar más de un gol en el primer tiempo. Pero la mala suerte sigue persiguiendo, aunque cada vez con menos fuerzas, Messi estrelló un tiro libre en el palo.
En la parte final, otra vez la pesadilla: penal de Mascherano, polémico pero cierto, y un panorama que volvió a complicarse. El ánimo por el piso, que apenas lo pudieron levantar Maxi Meza y Pavón cuando entraron para torcer el destino. Sin embargo, ni siquiera la inclusión del Kun Agüero, los cuatro delanteros o todo un estadio alentando. Otra vez, cuando todo parecía imposible, la mística que tuvieron los soldados rusos de Stalin en la segunda guerra, o los jugadores de Estudiantes para ganar un campeonato sin un nueve, le abrió el camino de la felicidad a través de Marquitos Rojo, quien le devolvió la vida a toda una generación de jugadores y sacó a los hinchas a la calle a festejar como un título el pasaporte a la segunda fase de la Copa del Mundo.
Se ganó con una escuela de juego. El camino está más claro. No razones por las cuales cambiar…